Tuesday, February 19, 2008

Intro


¿Rebelde o revolucionario?
La nueva generación que se está levantando
Por Edgar Medina D.

Intro
Nací hace poco más de treinta años, y se pueden contar por miles las veces que escuché la frase: «México, siempre pierde» cuando se hablaba de fútbol. Sin embargo en los años recientes la selección de México ha logrado resultados históricos: Dos finales de la Copa América, una Copa confederaciones, varias Copas de Oro y la reciente Copa Mundial Sub-17, eso explica por qué mi hijo de apenas tres años de edad suele jugar entonando el grito «goool de México», ya que a su escasa edad ha escuchado ese grito más veces que yo durante mis primeros diez años de vida. Para él, México siempre gana. Eso, me lleva a la siguiente reflexión: Hoy, vivo en un país en donde flotan en el ambiente dos actitudes ante la vida, tan trascendentales como opuestas. Una de ellas es: «México, siempre pierde», la otra: «México, siempre gana.» Parece que muchos de nuestros jóvenes han abrazado como un tesoro la terrible herencia del México, que siempre pierde, optando por el camino de la perdición. Se han perdido en las drogas, el alcohol, la promiscuidad sexual. Son éstos consecuentes con la corrupción, pasivos ante el progreso, apáticos ante el cambio, inertes ante la violencia, son la juventud simplemente Rebelde, una que no es ni la sombra de la juventud Revolucionaria que tantas veces ha sacudido a este mundo en temas tan trascendentales como la religión, la política, los deportes, las artes y la ciencia.

Déjame contarte de alguien que vivió en una tierra lejana a la nuestra por su localización en el mapa aunque muy cercana por la influencia que de ella hemos recibido. Se vivía en sus días un tormentoso tiempo de cambios. Muchas voces se levantaban pero pocas en realidad eran escuchadas. La gente ya había aprendido a desconfiar de aquellos que traen soluciones rápidas para problemas complejos. Pero algo, como si flotara en el ambiente, les decía que las cosas iban a cambiar, y entonces era también un tiempo de gran expectativa. Y en aquel lugar se levanta una voz que sí es oída y sobresale en especial, se llenan los sitios más grandes que la ciudad tiene con el fin de escucharle. No se trata de cantante alguno, pero sus palabras son el canto que una generación completa está cantando. No es un político pero hasta en las esferas más altas de la sociedad y el gobierno es oída su voz. Crea nerviosismo en ellas, lo encuentran sumamente peligroso, pero no logran entender qué tiene para cautivar a las multitudes. Como orador hubiera sido reprobado por cualquier maestro de alguna de nuestras escuelas. Habla de la forma más áspera posible, rayando en la violencia. Pero no logran encontrar argumentos para desmentirle. No es un filósofo y su mensaje tampoco es nuevo. Pero, ¿qué tal excéntrico?, sin ser ningún renombrado modista, es tan excéntrico como se puede ser: cabello largo, barba descuidada y desaliñado en extremo. Le gusta vestir ropa hecha de pelo de camello y usa un llamativo cinturón de cuero. Su nombre se ha convertido en el de moda: Yohanan. Nosotros, en nuestra cultura le conocemos como Juan el Bautista. Muchos crecimos viendo a los personajes bíblicos en estampas y pinturas con el rostro de alguien que acaba de recibir un cacerolazo en la nuca. Totalmente inofensivos. Pero créeme, el aspecto de Juan era como para llamar a la policía. Sin embargo, las multitudes le rodeaban porque tenía el coraje de transmitirles ese mensaje que los sacudiría y revolucionaría por completo. Su atrevimiento llevaría a Juan poco más adelante a la cárcel y finalmente a la muerte. Pero los efectos de su paso por la Tierra son visibles hasta el día de hoy.

¿Quién era en verdad Juan el Bautista y qué tiene que ver con nosotros en éste momento de la historia? Veamos. En los días previos a la ejecución de Juan se levantó otra voz que también fue capaz de abrirse paso entre la incredulidad y la desesperación, fue la voz de otro joven hebreo llamado Yeshúa ben Yoséf. Sus palabras y su vida misma revolucionaron al mundo por completo, dividiendo la historia en antes y después de Él. Lo conocemos en nuestro continente como: Jesús. El Gran Maestro en referencia al excéntrico Juan preguntó a la gente: ¿Qué piensan de Juan? ¿Se trata de un hombre importante? ¿Es acaso un líder religioso? ¿Es un excéntrico? ¿O es más bien un profeta?, es decir, alguien que escucha la voz de Dios y la comunica a los demás. Pues, así es, les afirmó. Y no solamente es un profeta, agregó, sino más que un profeta, ya que «el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan[1].»

Jesús define finalmente a la persona de Juan el Bautista como un revolucionario. ¡No sólo es un profeta, es más que un profeta, es un revolucionario!

Hoy México como el resto de los países de la América latina necesita urgentemente una generación revolucionaria que se levante y haga la diferencia en su medio así como en el mundo entero. ¿Será posible que Dios vea en ti a un revolucionario? Esto me lleva a hacerme la siguiente pregunta: ¿Qué es un revolucionario? Quizá para muchos un revolucionario sea un hombre a caballo, bigote colgao, sombrero de ala ancha y que con voz aguardentosa diga cosas como: Mi general, con la novedad de que el pelotón evacuó Piedras Negras... Según el diccionario el revolucionario es el partidario de la revolución. La revolución es un cambio violento en las instituciones políticas, económicas y sociales de una nación. El ser revolucionario implica ser el causante de un cambio que no se da de una forma natural, sino deliberada e incluso violenta. ¿Qué tan inteligente es el hecho de identificarse como un rebelde y no como un revolucionario? ¿Qué diferencia hay entre un rebelde y un revolucionario? Creo que son innumerables las diferencias que pudiéramos llegar a enumerar entre ambos, pero hay algunas en particular que son remarcables y dignas de análisis. Te quiero invitar a que reflexionemos juntos en ellas en lo que resta de este libro, vayamos a la Biblia y encontremos a un grupo de jóvenes que han abrazado una causa que los habrá de convertir en revolucionarios. Veamos también que el ser rebelde cuando se puede ser revolucionario es conformarse con muy poco, es naufragar, es perderse en el camino, es polvo en el viento, es nada. El rebelde y el revolucionario conviven en un mismo escenario pero representan dos tramas totalmente opuestas.

NOTAS
[1] Mateo 11:12 RVR 1960
[2] Emiliano Zapata por Manuel Loayza, caricaturista e ilustrador peruano. http://tintaylapiz.blogspot.com/2006/04/manuel-loayza-caricaturista-e.html

Continúa» Jesús el judío